¿Ataques de pánico? Así puedes reconocerlos y controlarlos paso a paso
Los ataques de pánico son una manifestación común de la ansiedad. Conoce sus síntomas y estrategias recomendadas para enfrentarlos.

Los ataques de pánico son una de las manifestaciones más comunes de la ansiedad y, al mismo tiempo, una de las más incapacitantes para quienes los sufren diariamente o después de un evento traumático.
¿Qué es un ataque de pánico?
Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor del 4% de la población mundial vive su día a día con un trastorno de ansiedad, aunque solo una parte de los afectados recibe la atención adecuada para este tipo de sensaciones.

Detrás de las cifras hay una realidad, y es que miles de personas experimentan episodios de miedo intenso que pueden sentirse como un riesgo de la vida o una pérdida de control total de sus capacidades, fuerza y estabilidad física.
¿Cómo se manifiesta un ataque de pánico?
Un ataque de pánico puede darse de forma inesperada, sin un motivo, aunque suele estar vinculado a situaciones de estrés, durante la crisis, el cuerpo reacciona con síntomas físicos que conllevan a la aceleración del pulso cardíaco, sensación de falta de aire, mareos, sudoración, temblores o incluso miedo a morir o perder la cordura.
La persona que lo atraviesa puede sentirse atrapada en un círculo de angustia y desarrollar un temor previo a que un nuevo episodio de pánico ocurra, lo que lleva a evitar lugares o actividades que antes eran parte de la rutina.
Los psicólogos explican que los ataques de pánico son, en muchos casos, la expresión de sentimientos no resueltos o episodios traumáticos, en el qye el cuerpo se convierte en escenario de una tensión que no encuentra canal de salida y descarga en forma de crisis.
¿Qué consejos se pueden seguir para controlar un ataque de pánico?
Aunque cada experiencia es única, existen estrategias simples que pueden ayudar a reducir la intensidad de un ataque de pánico:
- Hacer respiraciones lentas y profundas ayuda a contrarrestar la hiperventilación, permitiendo que el cuerpo se estabilice poco a poco.
- Tomar un cubo de hielo entre las manos o tocar una superficie fría desvía la atención de los pensamientos y la centra en una sensación real y concreta.
- Poner en palabras las sensaciones físicas, una por una, reduce la sensación de miedo y ayuda a identificar que no existe un peligro externo inmediato.
- Ejercicios como el escaneo corporal permiten recorrer mentalmente cada parte del cuerpo, reconociendo la tensión acumulada y ayudando a la relajación.

Aunque estas herramientas son útiles para atravesar el momento de dificultad, lo recomendable es consultar a un profesional de la salud mental, pues con acompañamiento terapéutico es posible comprender el origen y recuperar una mejor calidad de vida.
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