Reconocida periodista murió a los 35 años tras luchar contra una dura enfermedad
El mundo del periodismo lamenta la muerte de una periodista de 35 años, cuya familia confirmó su fallecimiento a través de redes sociales
El mundo del periodismo atraviesa un momento de profundo dolor tras conocerse la muerte de una periodista de 35 años, cuyo fallecimiento fue confirmado por su familia a través de redes sociales.
La noticia generó múltiples reacciones de tristeza y mensajes de solidaridad, especialmente por la forma abierta y valiente en la que había compartido su proceso de enfermedad en los últimos meses.
¿Quién era la periodista de 35 años que falleció?
Se trataba de Tatiana Schlossberg, periodista y escritora, reconocida también por pertenecer a una de las familias más influyentes de Estados Unidos. Era hija de Caroline Kennedy y Edwin Schlossberg, y nieta del expresidente John F. Kennedy, aunque siempre mantuvo un perfil discreto y enfocado en su trabajo periodístico.

Tatiana desarrolló su carrera lejos del foco político de su familia, destacándose por su mirada crítica, su sensibilidad narrativa y su compromiso con los temas sociales. En lo personal, estaba casada desde 2017 y era madre de dos hijos pequeños, una faceta de su vida que cobró especial relevancia durante su proceso de enfermedad.
La confirmación se dio mediante un mensaje publicado en Instagram por una fundación familiar, donde sus seres queridos expresaron su pesar y recordaron con cariño a la joven comunicadora, destacando el impacto que dejó tanto a nivel personal como profesional.
“Nuestra hermosa Tatiana falleció esta mañana. Siempre estará en nuestros corazones”, compartieron en redes.
La publicación fue firmada por sus familiares: George, Edwin y Josephine Moran y Ed, Caroline, Jack, Rose y Rory.
¿Qué tenía Tatiana Schlossberg?
En noviembre de 2025, la periodista reveló públicamente que había sido diagnosticada con leucemia mieloide aguda, un tipo agresivo de cáncer en la sangre. Lo hizo a través de un ensayo en el que narró con honestidad el impacto emocional y físico del diagnóstico.
Según contó, la enfermedad fue detectada poco después del nacimiento de su segunda hija, cuando exámenes médicos de rutina alertaron sobre una alteración significativa en sus glóbulos blancos. Lo que inicialmente pudo parecer una consecuencia del embarazo terminó confirmándose como una forma poco común y compleja de leucemia.
“Unas horas después, mi doctor notó que mi hemograma tenía un aspecto extraño. Un recuento normal de glóbulos blancos es de entre cuatro y once mil células [...] El mío era de ciento treinta y un mil células”, escribió en su momento.
Tatiana explicó que su diagnóstico incluía una mutación rara que hacía que los tratamientos convencionales no fueran suficientes. Aunque se le planteó un largo proceso de quimioterapia y un eventual trasplante de médula ósea, la noticia fue difícil de asimilar, especialmente porque se sentía en buen estado físico antes de conocer la gravedad de su condición.
“No podía creer que estuvieran hablando de mi. Había nadado una milla en la piscina el día anterior, con nueve meses de embarazo. No estaba enferma. No me sentía mal. De hecho, era una de las personas más sanas que conocía”, añadió en su escrito.
En sus escritos, compartió el contraste entre sentirse sana y recibir un pronóstico que cambiaría por completo su vida. También habló del apoyo incondicional de su familia, quienes la acompañaron en cada etapa del tratamiento, y del dolor emocional que le producía pensar en el impacto de su enfermedad en sus hijos y en su madre.

Uno de los aspectos más conmovedores de su testimonio fue la forma en la que reflexionó sobre la maternidad y el miedo a no ser recordada por sus hijos. Sus palabras resonaron profundamente entre lectores y colegas, quienes destacaron su valentía al abordar temas como la fragilidad de la vida, el amor familiar y el duelo anticipado.
“Mi hijo puede tener algunos recuerdos, pero probablemente comenzará a confundirlos con imágenes que ve o historias que escucha. [...] Nunca pude cuidar realmente a mi hija [...] Estuve ausente durante casi la mitad de su primer año de vida. [...] No sé quién se cree que soy realmente, ni si sentirá o recordará, cuando me haya ido, que soy su madre”, explicó.
En sus escritos, también se refirió a su madre, hija del expresidente John F. Kennedy, quien murió trágicamente cuando ella tenía apenas seis años. Tatiana confesó que durante toda su vida intentó ser la mejor hija posible y evitar causarle dolor, pero reconoció que su enfermedad representaba una nueva tragedia para su familia, una carga emocional que le resultaba especialmente difícil de asumir.
“Toda mi vida he intentado ser buena, buena estudiante, buena hermana, buena hija, y proteger a mi madre y nunca hacerla enojar. Ahora he añadido una nueva tragedia a su vida, a la vida de nuestra familia, y no hay nada que pueda hacer para detenerla”, compartió la escritora.
La muerte de Tatiana Schlossberg deja un vacío en el periodismo y en quienes encontraron en sus textos una voz honesta, humana y profundamente sensible. Su legado permanece no solo en su trabajo, sino también en la manera digna y transparente con la que decidió contar su historia.
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