Mentir no es tan fácil: esto hace tu cerebro cuando dices una mentira
Conoce qué áreas se activan en el cerebro cuando dices una mentira y por qué muchas veces no podemos evitar hacerlo.

Todos hemos mentido en diferentes momentos de la vida, es un acto común y aunque a veces se asocia a comportamientos negativos, forma parte de la vida diaria incluso más veces de las que podemos imaginar.
¿Por qué mentimos más de lo que creemos en la vida diaria?
Según expertos, tanto hombres como mujeres suelen mentir en promedio 5 de cada 10 veces en las que se tiene contacto con otras personas durante más de 10 minutos, y aunque a veces se suma la idea de que mentir es un aspecto negativo, también es una forma en la que los seres humanos evitan herir sentimientos e incluso sostener vínculos sociales.

Desde el lado neurológico, mentir se ha convertido en un proceso de alta exigencia para el cerebro, pues varias partes de él se deben activar al mismo tiempo para sostener las historias que se crean y controlar las emociones que surgen a través de una posible mentira.
¿Qué sucede en el cerebro cuando decimos una mentira?
Los estudios dicen que el lóbulo frontal se encarga de suprimir la verdad, mientras el sistema nervioso reacciona con ansiedad por el engaño. El lóbulo temporal por otro lado, crean en la mente imágenes falsas sobre un posible escenario que sostenga la historia creada.
De la misma forma la corteza cerebral mantiene bajo control el comportamiento y hace que la tarea de mentir sea un esfuerzo cognitivo significativo.
¿Cuándo mentir se convierte en un problema psicológico?
Mentir también tiene una raíz profunda en los trastornos psicológicos, cuando se presentan de forma recurrente y continua, aquello que se suele denominar mitomanía, en el que crear escenarios irreales se convierte en un acto compulsivo y reiterado en ocasiones sin necesidad o razones específicas.

Aunque es un rasgo psicológico más puntual, pone en evidencia que decir mentiras no solo hace parte de una acción voluntaria, sino que también puede verse desde una función cerebral influenciada por las emociones y factores sociales que marcan una tendencia en el comportamiento.
Inclusive, el género suele influir en gran medida en el tipo de mentira que se crea, desde evitar herir los sentimientos de un tercero o hablar de situaciones y logros de manera exagerada. Mentir, más allá de considerarse solo una acción ligada a la moralidad, sino un comportamiento influenciado por las clases sociales, y las características físicas de nuestro cerebro.
Una conclusión que invita a reflexionar sobre todo el esfuerzo que debe realizar cada parte de la mente para sostener una mentira.
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